Desnaturalizar lo que parece incuestionable
El siguiente es un fragmento de un trabajo realizado por mí, conjuntamente con dos compañeros, Pablo Cariatore y Maricel Etchemendy, en el año 2007. En dicho proyecto planteábamos la necesidad de que en la escuela se enseñe la historia de la escuela, valga la redundancia.
Rastrear los orígenes de la escuela moderna es el camino para desnaturalizar su existencia, y a partir de ahi lograr la transformación.
"(...)Salidos de la etapa colonial los países de América Latina cayeron el la orbita del Imperio Británico, que disputaba la hegemonía con el Imperio Francés, particularmente en la esfera cultural.
En este contexto, el Imperialismo necesitaba de las clases hegemónicas de cada país para profundizar su dominación. Esta clase dominante estimulaba la inmigración con el manifiesto propósito de reemplazar a la población “bárbara”, aborigen, nativa, por población europea. Partían del supuesto de que la sola presencia del europeo traería, per se, civilización.
Las potencias imperiales debieron someter, primeramente, a sus pueblos a una suerte de colonialismo interno. El grupo dominante impuso por la fuerza su idioma a los demás “con-nacionales” y creó diferentes instituciones para el control de la sociedad por la burguesía. Una de ellas fue la escuela. Durante tres siglos se fue madurando la idea de crear una institución que sirviera para la domesticación del pueblo.
El gran triunfo ideológico de la creación de esta institución es que ha logrado incorporarse a la cultura social. La escuela se ha naturalizado durante el siglo XX y se percibe como universal, eterna, y no como una construcción socio-histórica de la burguesía moderna. La necesidad de su existencia casi no admite discusión.
Ciertamente ha ayudado a perpetuar la posición socialmente hegemónica de la burguesía. De este modo se delimitó qué enseñar, dónde enseñar, a quién enseñar y cómo lograrlo.
Las definiciones esenciales de qué enseñar giraban en torno a los contenidos que debían homogeneizar a las naciones. En primer lugar se logró la imposición de una lengua “oficial” y la prohibición al pueblo de reproducir las lenguas maternas regionales. La imposición de Símbolos Patrios favoreció la integración. Otros contenidos escolares debieron relacionarse con la geografía deseable, es decir, el territorio con real soberanía y aquel que el Estado aspiraba a conquistar.
En cuanto a dónde enseñar, se planteó la creación de un espacio cerrado, fuera del hogar y de la Iglesia, al que los destinatarios deberían recurrir diariamente.
Después de trescientos años se llega a la conclusión de que las sociedades cambiarán a largo plazo gracias a una población infantil bien instruida. El instrumento político para lograr este cometido fue la obligatoriedad, la gratuidad y la prohibición del trabajo infantil.
Se llega así, en nuestro país, a la Ley 1420 –con sus preceptos de educación laica, gratuita, obligatoria-, promulgada en 1884 y derogada de facto en 1993.
Del año 1993 a la fecha han tenido lugar diversas leyes de educación. De un modo u otro coinciden en aspectos fundamentales como: la igualdad de oportunidades y posibilidades sin desequilibrios regionales ni sociales, el respeto por la diversidad y las diferencias individuales, concebir una cultura de trabajo y esfuerzo individual y cooperativo, generar políticas de inclusión, innovar y actualizar los contenidos, entre otras cuestiones.
Pero ahora, de igual manera que en aquella época, la escuela no es un “templo sagrado del saber” o “una institución orientada al mejoramiento y la humanización de las personas”, sino una institución que reproduce las diferencias (entre ricos y pobres, entre negros y blancos, entre nativos y extranjeros) que caracterizan a la sociedad en su conjunto. Es una institución al que no todos acceden en igualdad de condiciones."
Para pensar...